viernes, 3 de junio de 2011

Si tu me dices ven lo dejo todo, pero dime ven...

Cuando mis tardes se juntan con tu tiempo, por horas soy feliz, incluso hay minutos mas felices que otros, pero siempre algo mínimo me devuelve a la realidad. Y si este tiempo se me vuelve rutina, ya estoy perdida, perdida porque en esas horas me evado del espacio y del tiempo, solo pienso en besarte y sin darme cuenta sonrío. Pero si siempre es lo mismo, seguiré besándote, pero la felicidad que cree mi cuerpo estará falta de ganas.
Aunque cuando estamos en esa habitación  solo tengo ganas de abrazarte, estar contigo, mirar como te ríes o me sonríes, escuchar como cantas o simplemente quedarme dormida contigo a mi lado. Hay un sentimiento extraño en mi, como si una parte de mi alma se quisiera ir de esa habitación;  pero no por las ganas de irse, sino por hacer algo, por cambiar.
Y es que es solo cuando salgo de esas cuatro paredes donde construimos un mundo paralelo, que pienso en cosas que debería haber dicho y me he callado o cosas que me apetecía hacer y no he echo.
Quizás diga esto porque las hormonas que se crean están apunto de bajar y los sentimientos en esos momentos son fáciles de confundir, o quizás porque el liquido que fluye por mis ojos y cae a través de mis mejillas no deja de crecer...

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